IDENTIDAD

ANTROPOLOGÍA FILOSOFICA CHRRUA

1.1. IDENTIDAD.

La identidad es la desarticulaciòn de la distancia entre el aparecer y el ser en un lugar físico, ya sea una persona o un pueblo, de modo que solo puede ser juzgada criticada, constatada, mesurada, medida, por medio de la coherencia de la conducta durante un periodo determinado de tiempo.
Pero en el caso de nuestra identidad hay además otros factores que deben juzgarse, debido a una realidad histórica muy particular.

1.2. LA PALABRA.

La palabra es sagrada, porque con ella en todos los casos los dioses transportaron el ser de las cosas de la nada a la realidad, es decir, le confirieron mediante ella nada menos que la existencia, el tránsito de la idea a lo tangible, y si esta capacidad de crear pertenece a los dioses que están en el ambito de lo absoluto y ejecutan el poder hacedor por medio de la palabra es porque tiene la propiedad de ser sagrada, es decir de estar escindida de lo temporoespacial, de lo contingente. Ordenada a un fin único distinto de las demás entidades existentes, el fin de diferenciar , separar la luz de la oscuridad.
Solo el humano posee esa propiedad que comparte con los dioses, el de ser cocreadores, propiedad que lo hace a su vez respetable y sagrado, por su poder de nombrar las cosas o desnombrarlas y renombrarlas y crearlas, pero si bien el hombre dice la palabra y crea las cosas es recíprocamente en tanto deviene de un alguien que lo crea , lo recrea lo constituye, dice de el, lo dice a él.
El hombre dice la palabra y la palabra dice de él , revela claramente quien es, por como la dice, ante quien, ante que cosa, con que tono, timbre, etc, con que respeto, conque coherencia, convicción, transparencia…
Cuando el hombre la dice ella se condice junto a él, se coincide, ella lo preside y lo predice, lo implica, lo co-implica, lo complica.
Por tener todas estas connotaciones se observa en la fonética, en la sintaxis, en la construcción gramatical, en la experiencia lingüística y prelinguistica, en las vocalizaciones semánticas, que el chrrua no era, ni es un ser, hablador de muchas cosas, sino de mucha cosa, su palabra es parca, desértica, mas gestual que ruidosa, rica en simbologia, exuberante en determinaciones, embrionaria del ser, siempre preñada de significansias que la trascienden y la desbordan, una palabrea denotativa de exactitud, y por tanto veraz indiscutible.
La palabra en todos los casos era y es concebida como una adecuación entre la realizadad profunda de la naturaleza y la acción de quien se interna en esa naturaleza para descubrirla, respetara y servirse mutuamente, viene de aquí una simbiosis dialéctica irrenunciable que eclosiona únicamente en la verdad dada por la vocalización como espejo de la realidad. no se entiende por eso al conquistador ya que destruye esa simbiosis con el uso de la palabras no verdadera, es una visión para el chrrua , intolerante, repugnante a la esencia misma del hombre. Pero no del hombre aislado ya que esa abstracción del humano respecto de su entorno es ininteligible a nuestra visión. Para nosotros el humano es parte inseparable e insuperable de una unidad perfecta equilibrada, sabia, ancestral.
El crrua sin su selva, sin su río, sin su tierra, sin su entorno se empobrece se degrada en su naturaleza humana en su esencia.

1.2.1 LO QUE ESCONDE LA PALABRA.

Cuando llegó el español nuestra palabra se convirtió en una estrategia de defensa ante los invasores de modo que lo que dicen los traductores españoles respecto de la terminología chrrua no debe tomarse al pie de la letra. Algunos términos eran utilizados para significar otra cosa diferente de la que creían entender los españoles se hablaba en códigos y con doble significación, metodología que todavía utilizamos en algunos casos.
Los caracteres hispanomorfos son tremendamente limitados e insuficientes para transmitir nuestra lengua, no solamente la fonética, sino mas aun, si se quiere poner por escrito una lengua que durante milenios adquirió una riqueza valiosa e intransferible en la expresión oral, independientemente que fuera escrita o no .
Esta capitalización fonética rompe todos los moldes y encacillamientos que vino a ponerles el extranjero. Toda traducción no solamente significa un menoscabo si no también una mentira ya que es imposible traducir con transparencia y verosimilitud una expresión difícil hasta de oír y registrar en cuanto a sus sonidos, amplitud, registro, y diversidad, por un cultura completamente distinta, desinteresada y fundamentalmente incapaz de analizarla y retenerla.
Por eso con frecuencia lo que no se puede asimilar o comprender o entender, se lo descalifica o deslegitima, esta el la constante conducta de los pueblos civilizados.
Lo que esta detrás del mensaje, el soporte del mensaje, lo que no alcanza a decir explícitamente la expresión oral es el metamensaje, este es el que muestra desnudo, sin velos la realidad mas profunda de una cultura, la muestra tal cual es. Pero para llegar hasta ella hay que recorrer el camino simbólico de la palabra para lo cual hay que descontaminarse de los prejuicios loguisticos de la palabra actual, no cualquiera puede recorrerlo, no cualquiera puede ver mas allá es un proceso que requiere una purificación interior , una armonía con la esencia de las cosas.
La danza del verá por ejemplo transporta una cosmovisión metalinguistica, donde el hombre se hace verá, siente como él, si mete dentro de él, es él pero en una identificación no transubstancial y el lo sabe, es consciente al realizar tal acto sagrado, es decir ve, interpreta y siente hasta somáticamente como lo hace el verá, pero sabiendo al mismo tiempo que no es él, en tanto que deja traspasar su carne, y su psiquis por el sentimiento del animal, que es él mismo sin serlo en una dualidad existencial irrenunciable y semioticamente incuestionable.
Esta es únicamente la comunicación valedera que permite interpretar al vera. Y posteriormente a toda esta vivencia surge el lenguaje y los gestos articuladores con la fonética que posibilitan concluir en una palabra. De forma tal que cuando se dice BERÁ se dice toda la experiencia, todo el trayecto experiencial no ya vivido individualmente, sino comunitariamente y en el transcurso del tiempo de sus ancestros en un Lugar.
Tal relación vinculante con el cosmos es la puerta de entrada a la palabra, de la que la expresión bucal es apenas un vestigio pequeño, insignificante, pero necesario a la comunicación.
Decir vera es decir la experiencia completa, es vivirla, revivirla por eso se debe ser respetuoso, ceremonioso, exacto. La ambigüedad es la excomunión con el ser mas profundo de las cosas, y de la vida.
En la metafísica crrua el ser es el ser existiendo y relacionandose en y con el cosmos (la selva) no de una manera colateral si no configurativa. Nunca será una abstracción intelectual para posteriormente pasar a lo verbal tal proceso conlleva un desarraigo del entorno debido a que la esencia de las cosas implican la vivencia, la circunstancialidad y la ubicación imperturbable en el entorno. Este es el soporte antropológico del metamensaje, de nuestro metamensaje, la no escisión con la realidad circundante si no la unidad, no la unicidad.
Nuestra palabra presupone una actitud dialogal con el objeto , pero no entre el sujeto individual y el objeto, sino que el pueblo chrrua existiendo culturalmente es el sujeto. Es la culminación de un proceso que eclosiona en la vocalización, no siempre en la palabra como la concebimos normalmente, un proceso respetuoso de la relación mutua, del equilibrio, del objeto que se manifiesta a si mismo, que se le presenta desnudo de ambigüedades.

1.3. IDENTIDAD COMO PERTENENCIA

La concepción de identidad conlleva necesariamente implícita la discriminación entre los conceptos de pertenencia y descendencia. La pertenencia es un atributo que puede otorgar únicamente la comundidad chrrua
sea o no descendiente, mientras que la descendencia no necesariamente implica la pertenencia ya que la identidad pasa por el acto individual primero y único de asumirse y posteriormente de ser asumido por el pueblo.
Los únicos autorizados para afirmar quien es mapuche por ejemplo son los mapuches, lo mismo pasa con otros pueblos originarios como los diaguitas, guaraníes, etc, etc.
Quien afirme desde afuera, sin pertenecer, si alguien es o no chrrua manifiesta un profundo desconocimiento tanto del pasado como del presente de nuestro pueblo, como así también de su cosmovisión sociológica.
La consanguinidad no es en nuestro caso ni histórica ni cultural ni jurídicamente el elemento definitorio ni determinante de la pertenencia, si de la descendencia que no es sinónimo de identidad.
Por identidad se entiende metafísicamente; aquello que trasciende el ser, en tanto que lo conlleva siendo por tanto algo único y a su vez uno, distinto de lo demás y limitado en si mismo, definido. También algo verdaderamente bueno y buenamente verdadero.
Puede un pueblo, por que tiene la autoridad para hacerlo, por alguna razón propia aceptar a alguien como parte suya y es lícito que así lo haga mas allá de otra razón o por razones que escapan a la razón.
Es un hecho probado que se puede renegar de la identidad y mas aun renunciar a la misma. Esto indica que la identidad es una cuestión de opción, ubicándose en el campo volitivo de la personalidad.

La determinación de la identidad es una dialéctica entre la comunidad y el individuo, casi un dualismo. La opción identificatoria trasciende la consanguinidad y la hereditariedad, a la vez que es transversal a estas predeterminaciones, las supera.
La particular manera de ser de nuestro pueblo y su ethos cultural hacen desistir de la determinación de pertenencia que poseen los formatos normales de otros pueblos originarios y dependen conceptualmente de la matriz simbólica acumulada durante su historia.
La entreligazón entre el devenir, el ser y el estar han constituido un tejido único de la realidad nuestra.