Esto lo ha escrito mi hermana del alma, la werken, la elegida, la charrúa, Hueguidaí Berá, Rosita Albariño:

Fue … “a muerte” la consigna levantada en banderola,
ni charrúa tan siquiera te tenías que llamar,
trasvasaron el vocablo, cachetada fue en las bocas
y sellaron con el “tape” el holocausto final.
Pero vives en la sangre, te asomas en las pupilas
y facciones color cobre que aún veio en mi ciudad
y en la oronda resistenica, heredada, terca y viva
de tomar -tan simplemente- lo que lla tierra nos da.
Y ahí estás, cerca del agua, como antes, como siempre,
buscando alguna tapera or si queda algún frutal,
moviendo tu casa en danza al ritmo de la creciente
cazando, cambiando cueros, carneando algún animal ….
“No hace quinta, tape viejo. Crìa chanchos ahí nomàs.”
“No quiere mudarse al barrio. La mugre le ha de gustar.”
“Dice que allí no hay espacio, ni gallinas puede criar.”
“Yo no se como prefiere vivir tan, pero tal mal ….”
Que saben de la tierra mojada entre los dedos
cuando el olor alluvia te empapa el corazón
trayendo como leña del monte los recuerdos,
atavismo inconsciente que te alivia el dolor.
No importa, hermano charrúa, que te alambren hasta el alma,
que te echen a las costas porque no querés sembrar,
que tu hidromiel sea hoy vino (te adormece las angustias),
que te “tapeen” el nombre para poderte matar….
Si el Pueblo Indio se llamaba a si mismo “gente” u
“hombres”
y -fìjate que ironía- cada vez escasean más.